Los muros que construimos alrededor de nosotros nos protegen contra la tristeza, pero también impiden que nos llegue la felicidad.

viernes, 10 de febrero de 2012

Y por fin me acontumbré a la soledad



Llevo tanto tiempo así que no siento dolor, ni alegría... nada. Los latidos, los colores, los movimientos, las sensaciones, los sentimientos... ya no son fluidos como antes. Cada día que pasa un ladrillo se va añadiendo al muro que me aparta de los demás.

La decepción me inunda hasta la más oculta parte de mi alma. Ya no veo un retroceso y un avance... Incluso tengo ganas de quedarme aquí. Vivir la vida desde este estado tan inquietante. Siempre he odiado esta etapa de la vida. Si, la "adolescencia", la etapa de la vida que todo el mundo ama, adora, añora y desearía volver a vivir. A veces pienso que será por las cosas malas que trae esta etapa, lo que me hace estar así, en cambio, otras veces pienso que no encajo con las predicciones de locuras que a esta edad se suelen hacer.

¿Es el Desaliento, mi Seriedad, mi Madured, mi Inestabilidad y mi Desmotivación las causantes de esto?

Parece ser que esta etapa de la adolescencia, en la que todos nos encontramos en la "edad del pavo" y con las "hormonas activas" no me afecta. Me siento desorientada en un mundo lleno de gente completanemte diferente, extraña e incluso rara. Aunque muchas veces creo que es mi culpa. 

Temporalmente no haré nada por cambiar las cosas. Tal vez están mejor así. La música, los libros y el silencio serán mi compañía durante esta larga y cautelosa travesía.

Nunca me he sentido del todo arropada por esta sociedad. En realidad, nunca he sabido bien quién soy, ni qué hago aquí.


Gracias, soledad, por tu grata y fiel compañía.

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